Caso Uribe: intento continuado de engaño (Revista RAYA - ELESPECTADOR)



Caso Uribe: intento continuado de engaño

Cecilia Orozco Tascón

27 de agosto de 2025 - 12:05 a. m.

Los adoradores mediáticos y políticos del poderoso expresidente de marras lo han coronado, en las últimas horas, con una nueva tiara: la del hombre más valiente de estas tierras, por su renuncia a la prescripción de la acción penal en su contra, que ya va en condena de 12 años en prisión. Los dos delitos que lo hicieron acreedor a esa pena constituyen una vergüenza en la hoja de vida de cualquiera. Con mayor razón, en la de quien fue elevado a la categoría de jefe de Estado: sobornar a testigos para que mintieran a su favor, e incurrir en fraude procesal o, lo que es lo mismo, acudir a medios fraudulentos para obtener una sentencia acorde con su interés personal pero contraria a la verdad. Ahora, a escasas siete semanas de que venza el plazo para que la justicia ejerza su derecho a concluir, en segunda instancia, si su conducta fue leal o no con la ley, Uribe le escribe una cartita a los magistrados del Tribunal de Bogotá que revisan la decisión de la vilipendiada juez Heredia, para anunciarles que, aun cuando el próximo 16 de octubre se cumple el término de prescripción de su caso, él opta porque el examen de sus actos siga su curso.

Nadie nos ha explicado debido a cuál extraña razón, el corajudo exmandatario no anunció esa misma renuncia en los meses eternos en que transcurrieron las etapas de su juicio, cuando sus apoderados presentaban recurso tras recurso, con el objeto de obstaculizar su avance: tutelas, recusaciones, objeciones, aclaraciones y presiones en contra de la togada y la fiscal. Entonces, los abogados y su cliente jugaban otras cartas que no surtieron el fruto que querían obtener porque se toparon con una juez impertérrita que no les permitió su manoseo del tiempo. No se requiere ser sabio para entender que, en los minutos finales del torneo y perdido hasta este momento el partido, el director técnico haya cambiado su estrategia con la esperanza de evitar una condena definitiva. El expresidente y sus coequiperos de defensa legal sacaron de la manga una renuncia simbólica que tiene efectos políticos (lo de siempre) pero no judiciales. Afirma el condenado que “a pesar de que la ley me otorga un camino corto… no lo acepto, pues, aún con el peso de la injusta condena y estando mi libertad en juego, no puedo declinar el camino de la verdad”.

Lo cierto es que se trata de un golpe de opinión deslumbrante, aunque sin impacto legal. Los expertos recuerdan que “(esa) renuncia solo es válida cuando el fenómeno de la prescripción ya se ha consolidado” (ver). Significa que tal manifestación tiene consecuencias legales cuando se venza el plazo de prescripción, no antes. Los magistrados del Tribunal tendrían que permitir que prescribiera el caso en sus manos; declarar que no actuaron dentro del periodo legal establecido, comunicarlo oficialmente y solo después, Uribe Vélez podría renunciar al derecho a la suspensión de la actuación en su contra. La norma (Art. 78, Código de Procedimiento Penal) indica que: “el imputado o acusado podrá renunciar a la prescripción de la acción penal dentro de los cinco (5) días siguientes a la comunicación (del juez del caso) del archivo de la investigación…”. Como dijo un observador que conoce los ardides del litigio, esta maniobra podría funcionar al revés: si la Sala Penal del Tribunal de Bogotá que recibió el proceso, baja los brazos, no falla antes de la señalada fecha de prescripción y declara el vencimiento de los términos, dejaría la decisión final de una renuncia, esta sí con consecuencias legales, a entera voluntad del condenado quien podría echarse para atrás, pues nadie lo puede obligar a que haga lo que no desee.

Alguien podría argumentar que se trata de una interpretación torcida de las mañas político-judiciales de Uribe Vélez a las cuales tiene, en todo caso, derecho. Sin embargo, la confluencia de esta triquiñuela con varias tretas extrajurídicas del condenado, en las cuales la constante es que cabalga sobre el desprestigio de los operadores independientes de la justicia y de sus fallos adversos, es un fuerte indicio de que estamos frente a otra artimaña angustiada, por los pasos de animal grande que siente. Un procesado seguro de su inocencia, no acudiría a la combinación de las formas más burdas de lucha: la campaña agresiva de sus hijos; el ataque masivo a la juez y su sentencia; los comunicados de abogados desprestigiados o sin conocimiento de derecho penal; las “noticias” sin filtro; las visitas a congresistas de la Florida; la escandalosa fabricación de un nuevo montaje judicial en contra de la probada víctima (no “alegada víctima”), Iván Cepeda, y del apoderado de otra víctima, Miguel Ángel del Río; y hasta la reciente contratación de juristas, estos sí respetables, para reforzar los recursos que restan, demuestran el grado de desespero que invade al todopoderoso señor. Este es el real significado de la renuncia inane a la prescripción. Nada más.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

ULTIMA HORA - REP. LEGAL DE COLOMBIA HUMANA ARRESTO Y MULTA

LA CUARTA REELECION EN LA UIS

¿Hasta cuándo la izquierda callará? La UIS y el precio de la traición silenciosa