REUNION ASOPEIN
OBJETIVOS DE LA REUNIÓN
1. Visibilizar y consolidar las luchas de ASOPEIN
Mostrar que la asociación de pensionados de Indupalma tiene trayectoria, base social y demandas legítimas, aunque no sea reconocida aún oficialmente en Bogotá.
2. Resolver el estatus jurídico y administrativo de ASOPEIN
Avanzar en la inscripción formal como organización ante el Ministerio del Interior y la Agencia Nacional de Tierras (ANT), y conseguir los radicados correspondientes.
3. Impulsar procesos de acceso a tierras y proyectos productivos
Organizar y radicar solicitudes de tierras en Cimitarra, Puerto Parra y otras zonas, aprovechando predios de la SAE y la oferta directa de propietarios.
4. Proyectar una plataforma política desde las bases sociales
Plantear una estrategia para participar en las elecciones, particularmente en la Cámara de Representantes, como vía para representar a pensionados, víctimas, comunidades negras y sindicalistas.
5. Exponer denuncias políticas y fracturas internas en el Pacto Histórico
Rubén y otros líderes manifestaron su descontento con decisiones tomadas sin consulta, señalando traiciones, divisiones y falta de representación real.
6. Articular memoria histórica con presente político
Vincular luchas pasadas, como la del Carare y la masacre de La Rochela, con procesos sociales actuales en Cimitarra y la Provincia de Vélez, resaltando el papel de las comunidades afro e indígenas.
---
🛠️ ¿CÓMO SE PUEDEN ALCANZAR ESTOS OBJETIVOS?
1. Formalización y documentación técnica
Conformar equipos para diligenciar correctamente los radicados ante el Ministerio del Interior y la ANT.
Elaborar tablas de seguimiento en Excel con responsables, fechas y estados del trámite.
Regularizar la personería jurídica de ASOPEIN y su inscripción en Bogotá.
2. Acompañamiento jurídico y técnico en tierras
Inscribir a los aspirantes a tierra en el sistema de la ANT.
Realizar estudios de títulos para predios ofrecidos (por ejemplo, en Cimitarra o Puerto Parra).
Gestionar proyectos productivos autosostenibles (cacao, turismo, ganadería, etc.).
3. Unidad estratégica y liderazgo colectivo
Conformar una plataforma común que agrupe a sindicatos, pensionados, comunidades afro, indígenas y sectores populares.
Evitar divisiones políticas innecesarias y definir líneas rojas para negociaciones electorales.
4. Incidencia política desde lo local
Apoyar una candidatura fuerte a la Cámara que represente verdaderamente a las bases sociales.
Explorar alianzas municipales para participar en la Alcaldía desde una propuesta transformadora o negociada.
5. Comunicación pública y memoria política
Difundir relatos históricos como el del Carare para fortalecer el sentido de identidad y legitimidad.
Compilar denuncias documentadas sobre exclusión, corrupción o manipulación política (como lo dicho sobre la UIS o la SAE).
6. Formación y organización popular
Implementar cursos de capacitación política, cooperativismo y acción comunal de dos semanas, como lo propuso Rubén.
Fortalecer la estructura organizativa de base en barrios y veredas con visión de largo plazo.
Rubén: “Mi legado son mis votos, no un cargo”
Durante la reunión con la Asociación de Pensionados de Indupalma (ASOPEIN), Rubén, exdirector del Ministerio del Trabajo en Santander, tomó la palabra con un tono firme y reflexivo. Con la autoridad que le da su trayectoria, recordó su paso por el sector público en los años setenta, para luego lanzar una crítica directa al estado actual de la política progresista en la región.
Lamentó el abandono de figuras claves como Calderón y Rangel, y denunció que las decisiones se han tomado sin consulta, excluyendo a líderes históricos. Aseguró que la división interna está debilitando al Pacto Histórico y advirtió que errores estratégicos —como haber intentado imponer a Calderón como viceministro— solo sirvieron para fragmentar aún más el movimiento. “Nos dejaron por fuera”, dijo con frustración.
Señaló con nombre propio a Gloria Flórez, a quien acusó de traicionar la confianza del movimiento al “vender el voto de Petro” en la Universidad Industrial de Santander. Frente a estas tensiones, Rubén fue claro: no buscará ningún cargo. Anunció el cierre de su vida política el próximo 7 de agosto y afirmó que no le interesa ser candidato. “Mi legado son mis votos”, sentenció, proponiendo que ese capital electoral se use para respaldar una candidatura fuerte a la Cámara de Representantes.
Planteó como salida política una estrategia de negociación local, ya sea mediante alianzas con otros sectores o con una candidatura propia a la Alcaldía. Dejó claro que la Cámara de Representantes debe ser el objetivo prioritario: “Ahí es donde vamos a arrancar nuestro movimiento político, desde la base, con sindicatos, cooperativas, Juntas de Acción Comunal y formación para el liderazgo.”
Con una crítica al poder judicial, Rubén cerró su intervención recordando que ningún juez contradice a un magistrado y compartió una experiencia personal que lo llevó a tomar decisiones difíciles. Con tono sereno, aseguró que actuó movido por la memoria de su padre, y reiteró su intención de compilar las “trampas de la UIS y la derecha”.
Rubén no se despide de la política con rencor, sino con una propuesta clara y un llamado a reorganizar las fuerzas desde abajo. No deja una candidatura, deja una base política, una voz crítica y una ruta posible para quienes aún creen en una transformación real.
📝 Narración de las palabras de Jarbin
Jarbin llegó a la reunión cuando ya las discusiones estaban encendidas. Su presencia fue notoria desde el primer momento, y aunque enfrentó una observación inicial por parte de una asistente que cuestionó su pertenencia a procesos de negritudes, él no se detuvo. Con voz firme y relato profundo, tomó la palabra para tejer una línea entre historia, identidad y territorio.
Recordó con pasión el proceso del Carare, liderado por Josué Vargas, que fue el primer galardonado con el Premio Nacional de Paz. Habló de los años duros —1985 y 1987—, cuando la masacre en la vereda La Tata, en Cimitarra, marcó una época de violencia que dejó huellas imborrables. Sin dramatismos, pero con firmeza, explicó cómo desde entonces comenzó la construcción de una paz territorial auténtica, no impuesta desde Bogotá, sino nacida del corazón de las comunidades.
Enumeró regiones olvidadas como el Catatumbo y la Provincia de Vélez, donde él mismo recorrió más de veinte municipios en tiempos de guerra, cuando la gente no podía salir de sus casas. Recordó cómo, con apoyo internacional —de Holanda y la Corte de La Haya—, se logró visibilizar esa lucha. Y también denunció con crudeza la llegada posterior de los paramilitares y la masacre de La Rochela, que sepultó esperanzas, pero también sembró nuevas resistencias.
Desde ahí, saltó al presente: expuso con conocimiento técnico los procesos de titulación de tierras, los obstáculos administrativos, y el desdén con que las instituciones tratan a las comunidades afrodescendientes. Denunció cómo su comunidad —descendiente de esclavos en Santander de Quilichao— ha sido invisibilizada históricamente, y cómo aún hoy se sigue negando la validez de sus derechos territoriales por trabas burocráticas.
Jarbin fue claro: “No se trata de asociaciones, se trata de consejos comunitarios”, insistió. Criticó el incumplimiento del Ministerio del Interior y de la ANT, y contó que a pesar de tener concepto favorable para 34 familias, el proceso se estancó por “un papel insignificante”.
Cerró su intervención con una oferta concreta: ayudar a quienes estén en procesos de acceso a tierras. Mencionó predios de la SAE en Puerto Parra, denunció la existencia de “falsa tradición” en muchos títulos, y se ofreció a realizar estudios de títulos sin costo alguno. Habló de miles de hectáreas disponibles para proyectos de cacao y turismo, y de cómo pueden ser gestionadas con seriedad, siempre que haya voluntad política.
Antes de cerrar, propuso inscribir a los aspirantes a tierra, procesar sus solicitudes y radicarlas. “Si el gobierno los ayuda, yo también los ayudo”, afirmó. Con esa frase, dejó claro que su compromiso no es de palabra, sino de acción
📌Descripción del papel de Jarbin en la reunión
Jarbin desempeñó un rol estratégico y articulador en la reunión. Su intervención combinó tres dimensiones fundamentales:
1. Memoria histórica
Rescató procesos de resistencia como el del Carare, la masacre de La Rochela y la organización de comunidades negras e indígenas en regiones históricamente marginadas. Dio contexto político y moral a las luchas sociales presentes.
2. Conocimiento técnico
Mostró dominio de los procesos administrativos ante la ANT y el Ministerio del Interior, desde la radicación hasta los requisitos para acceder a tierras. Ofreció soluciones viables y concretas a los problemas expuestos por los presentes, desde cómo llenar formularios hasta cómo legalizar la tenencia de tierras con estudios de título.
3. Compromiso político y territorial
Se mostró como un puente entre el saber institucional y las comunidades de base. Denunció la exclusión de las comunidades negras en los procesos políticos, reconoció las divisiones internas, pero apostó por la construcción colectiva desde abajo, con acciones y no con discursos.
En suma, Jarbin actuó como mediador, técnico y militante territorial, con un fuerte sentido de identidad y justicia. Su papel fue vital para convertir la reunión en algo más que una queja colectiva: aportó horizonte político, herramientas prácticas y una memoria viva que nutre el presente.
Comentarios
Publicar un comentario